En días pasados se iniciaron los trabajos de la primera fase de la expedición al cráter de Chicxulub, que busca como uno de los objetivos profundizar en la posibilidad de que los impactos de asteroides pudieran ser benéficos para ciertas formas de vida.

A lo largo de las ocho semanas que dieron inicio el pasado 8 de abril y hasta el 6 de junio “la expedición 364” conformada por un equipo internacional a bordo del buque/plataforma Myrtle, ubicado a 30 km. de la costa de la península, recolectarán núcleos de rocas del cráter de Impacto de Chicxulub, el mayor y mejor conservado en la Tierra, y el único con el anillo topográfico central perpetuado (un anillo de elevaciones del fondo plano del cráter).

La expedición es conducida por el Consorcio Europeo de Perforación Científica ( ECORD, por sus siglas en inglés) como parte del Programa Internacional de Investigación del Océano (IODP por sus siglas en inglés) y cuenta con la participación de varios científicos de Estados Unidos, México, Japón, Canadá, China y Australia así como de seis países, cuyos jefes de expedición son Sean Gulick, de la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos y Joanna Morgan, del Imperial College en Londres, Reino Unido y la coordinación científica internacional está a cargo de Jaime Urrutia Fucugauchi, del Instituto de Geofísica de la UNAM.

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La estructura de impacto se formó hace 66 millones de años, cuando un gran asteroide impactó a la Tierra, este hecho se ha relacionado con la desaparición masiva del final del Cretácico, ampliamente reconocida por su asociación con la extinción de los dinosaurios.

El plan es recuperar los núcleos hasta una profundidad de 1,500 metros por debajo del fondo marino, para obtener rocas que cubren el cráter, así como muestras del propio cráter de impacto, (ya que el anillo central es una característica común en los grandes cráteres de impacto) sin embargo, no hay consenso acerca de su formación. Esta expedición ayudará a entender cómo el impacto de un meteorito cambia temporalmente el comportamiento de las rocas, permitiendo que estas fluyan grandes distancias y formen estructuras tales como la elevación.

También se estudiará la posibilidad de que los impactos de asteroides pudieran ser benéficos para algunas formas de vida, como propone una hipótesis de que los impactos pudieran haber sostenido biosferas en las etapas tempranas de la Tierra, así como información acerca de los cambios que ocurrieron antes y después del impacto y cómo la vida se recuperó en el océano.

Los científicos explicaron que la forma en que perforarán consistirá en que las tuberías están soportadas directamente en una torre del buque – plataforma Myrtle , es decir que no están asentadas directamente en el fondo marino. Así mismo comentaron que las perforaciones no producen vibraciones, por lo que no se espera afectación a la fauna marina, por lo que no habrá efectos ambientales, sin embargo se estará vigilando los avances de la perforación y se estará en constante contacto con SEMARNAT y SEDUMA.

Las ocho semanas de trabajo se complementarán con los estudios en laboratorios de Alemania y Texas, con el fin de reportar resultados en máximo un año con la publicación de artículos científicos relativos a la misión; otro objetivo será incluir alguno de los núcleos de roca recuperados al proyecto de tener en Yucatán la litoteca nacional.

Los científicos comentaron que seguirán perforando ya que tienen programado tres eventos, siendo el segundo en tierra el próximo año y el otro en 2018.

Los avances de la expedición sobre el lecho marino se pueden consultar en el sitio www.mision364.com y en las cuentas de Facebook y Twitter del Consorcio Europeo de Perforación para la Investigación Oceánica (ECORD, por sus siglas en inglés).